Antes roja que rota…

Régimen del 78

Santiago Carrillo con la camiseta de España.

El 5 de diciembre de 1935, en una sesión parlamentaria de la II República, el diputado derechista José Calvo Sotelo dijo aquello de “Antes roja que rota”, frase que quedó clavada en el imaginario de Euskal Herria como metáfora o máxima transversal del nacionalismo imperial español. De hecho, esa metáfora funcionaba tanto en la derecha como en la izquierda. La transición demostró que el nuevo régimen necesitaba a los partidos de izquierda para consolidar el pacto entre las élites. En 1974, el PSOE celebró un congreso en el exilio (Suresnes), donde reconoció el derecho de autodeterminación de las naciones ibéricas, principio que pronto abandonaría para pasar a aceptar las bases del régimen del 78. En 1977, Santiago Carrillo aceptó junto a la bandera republicana el principal símbolo excluyente del régimen español, al tiempo que renunciaba a la ruptura democrática y optaba por la ruptura pactada. Pagaron el precio de tener su trozo de pastel en la “democracia”, convirtiéndose el PSOE en pilar del nuevo régimen. Se instauró el bipartidismo y la nueva oligarquía se instaló en todos los núcleos de poder. Los sindicatos mayoritarios también canalizaron la pax social, situándose entre los garantes de la transición. La Constitución española dejó escrita por ley la unidad nacional dogmática. En definitiva, lo que quedó establecido por ley y por la fuerza no fue sino el principio de Falange que sostiene que «España es una unidad de destino en lo universal».