Cárcel, torturas,
infiltraciones...
Represión y estado de excepción
Cárcel y dispersión
El Estado español empieza a dispersar y alejar a las y los presos políticos. Durante los primeros años tras el golpe fascista de 1936, las cárceles de Larrinaga, Ondarreta, Gasteiz, Nanclares, Iruñea, San Cristóbal y Saturraran acogieron a miles de represaliadas y represaliados (la de Saturraran era cárcel de mujeres).
Proceso de Burgos
A comienzos de la década de 1970, un grupo de ciudadanas y ciudadanos vacos fue juzgado en el denominado Proceso de Burgos, que fue una muestra de la debilidad del franquismo y provocó las mayores movilizaciones habidas hasta la fecha en la historia de la dictadura (hasta el fusilamiento de Txiki y Otaegi y los tres miembros del FRAP), tanto en Euskal Herria como en los Estados español y francés y en otros países.
Detenciones y torturas
En 1973 ETA ejecutó a Carrero Blanco, tras lo cual se produjo la detención y tortura de Eva Forest y Tasio Erkizia. La detención de Eva Forest provocó una oleada de solidaridad feminista. Cambio de paradigma: ley antiterrorista (1975). A mediados del franquismo cambió el paradigma de la represión. Además de detener a maquis y a republicanas y republicanos vencidos, comenzaron las detenciones de estudiantes como consecuencia de las protestas habidas en los años 50.
Infiltración de El Lobo
Mikel Lejarza El Lobo fue un agente infiltrado del SECED. Tras ocupar cargos de responsabilidad en ETApm, provocó la detención de más de un centenar de militantes y colaboradores en el verano de 1975. Condujo a una emboscada al vecino de Legazpi Josu Mujika Beltza, que fue abatido a tiros por la Guardia Civil. El 30 de julio, Txiki y Wilson fueron detenidos como consecuencia de su infiltración. A raíz de la última redada provocada por El Lobo, el 18 de septiembre la policía mató a tiros a Jose Ramon Martínez Antia Montxo, y al día siguiente al gernikarra Andoni Campillo Alkorta. A los tres militantes muertos en aquellas operaciones se les sumaría Txiki.
Estado de excepción
Durante los tres meses que duró el estado de excepción, más de 4.000 personas pasaron por cuartelillos y comisarías, y seis personas fueron abatidas a tiros por la policía. La represión se dirigió principalmente contra las dos organizaciones que llevaban el nombre de ETA, pero también golpeó a organizaciones políticas y sindicales, buscando su desarticulación. También detuvieron a cientos de militantes de LCR-ETA VI, MCE, PCE, PSOE y CCOO.