Primavera
vasca

Primeros brotes verdes en Euskal Herria

El escultor Jorge Oteiza en la ubicación de los catorce apóstoles y la piedad en el Santuario de Arantzazu, en 1968. Foto: Plazaola. Oteiza Museoa/Wikimedia commons.

Desde la postguerra hasta mediados de la década de los 50 no se vislumbró ningún rayo de luz en la cultura y la política vascas. Fue entonces cuando se produjo un despertar político-cultural no solamente en Euskal Herria, sino en todo el mundo: Revolución Cubana en 1959, disolución progresiva de las colonias del Estado francés, independencia de Argelia y Túnez en la década de los 60, intento emancipatorio de Mayo del 68, Revolución de Praga y revueltas estudiantiles en México… La rebelión vasca no era, pues, una excepción. En esa primavera florecieron las instituciones, proyectos y criterios lingüísticos que hoy conocemos. Es en esa revolución cultural y lingüística donde debemos situar el nacimiento del euskera unificado (euskara batua), las ikastolas, la nueva canción vasca (Ez dok Amairu), la creación de Euskadi Ta Askatasuna en 1958 (organización en la que más tarde militarían Txiki y Otaegi), artistas (los grupos Gaur, Emen, Orain y Danok), literatura y ensayo (Txillardegi, etc.), Euskaltzaindia, Jakin, Zeruko Argia…

El Gobierno Vasco seguía en el exilio, buscando el apoyo de EEUU en la creencia de que actuaría contra el franquismo. Sin embargo, ocurrió todo lo contrario: EEUU terminó apoyando al franquismo, priorizando la lucha contra la URSS en el contexto de la lógica de la Guerra Fría.